—Ya estamos otra vez. Otra clase igual con el mismo viejo maestro de siempre. —dijo uno de los discípulos a sus compañeros antes de entrar en clase y antes mismo de que llegara el maestro.
—Buenos días! —enfatizó el maestro al acercarse a sus alumnos.
—Hoy os he preparado una clase distinta, para aquellos que creen que las clases son siempre las mismas, y el maestro, el mismo viejo de siempre.
Todos se miraron con espanto e incredulidad delante de lo que habían escuchado.
El maestro observó ese hecho y sonrió con humildad.
—Les abriré la puerta y entrareis uno por vez. Os quedareis allí, esperareis 20 segundos y luego saldréis de la misma forma que entrasteis. —comunicó el maestro.
El maestro entonces hace entrar al primero, cerrando la puerta al paso de éste. Espera 20 segundos y vuelve a abrir la puerta para que el alumno pudiera salir.
Hace entrar al segundo y procede de la misma forma.
Así, sucesivamente todos entran y vuelven a salir, siguiendo la orientación del maestro.
—Bueno, queridos discípulos, alguien quiere pronunciarse? —preguntó el maestro.
Ninguno se atrevió a hacerlo.
Entonces el maestro pregunta: —Qué habéis visto dentro?
—Nada. —responde uno.
—Oscuridad. —contesta otro.
—No hubo tiempo para acostumbrarme con la oscuridad. —arriesgó otro más.
—Exactamente! —aseveró el maestro. Y continuó con la enseñanza:
“No habéis visto nada porque no había nada que ser visto. Había que sentir. Habéis sentido la oscuridad que es nada más que la ausencia de luz. Y afortunadamente no hubo tiempo para que os acostumbrareis a la oscuridad, porque eso sería desastroso.
La luz es una forma sin forma. Todo el Universo crece, sobrevive y se alimenta con la luz, y esa luz brilla adentro de cada uno de vosotros también.
Si estás de espalda a la luz podrás ver tu propia sombra. Si intentas agarrarla no se dejará, saldrá corriendo. Si giras y caminas hacia la luz, y observas sobre tu hombro, podrás ver tu sombra que te sigue, caminando detrás de ti. Todo te seguirá si, primero tú mismo, buscas la luz. Es la oscuridad —o la ausencia de luz— lo que nos hace buscar la luz.
Es comprender y aceptar nuestra ignorancia humana lo que nos hará buscar el conocimiento sagrado —el que proviene de Dios, que es la Luz del conocimiento, la Luz de nuestra conciencia, el Único que ilumina todas las cosas y seres.
Y Recordad: todo lo que te llegue a ti con luz, es decir, a través de pensamientos, palabras, gestos o acciones, debes dejar fluir y ella seguirá existiendo en ti.”
—Hasta mañana. —se despidió el maestro.
—Hasta mañana, sabio maestro. —dijeron en coro los discípulos.
Es vaciándonos de todo lo que creíamos ser importante, para volver a llenarnos con lo que es realmente relevante: todo lo que te llegue como “luz”, en forma de pensamientos, de acciones y de palabras. Debes dejar fluir de igual forma. El amor también es una forma de luz, —amor incondicional, desinteresado, libre e indiferenciado. Cuando te llenas con esa Luz empiezas a sentirte liviano, porque ya no te cargas con el peso de la oscuridad.
Es esa luz que te hará ver la unidad en la diversidad.
Que así sea! © jose luis iglesias ros
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