—Perdona,
querido maestro —se disculpó el discípulo, luego de entrar a la clase—: no
deseaba llegar tarde, pero he tenido algún infortunio por el camino.
—Amado
discípulo —dijo el maestro—: no hay nada de que disculparse o excusarse. Si es
una forma de cortesía, eso está bien, pero siempre, primero, debemos ser
corteses con nosotros mismos.
«Si
estabas atento a tu compromiso, si lo considerabas realmente importante y algo
mayor te lo ha impedido de cumplir, debe ser lo suficiente para ti. Has reunido
tus esfuerzos en ello y no necesitas la aprobación o rechazo de nadie, sino de ti
mismo.
«Si
yo aceptara tus disculpas, es porque me había sentido ofendido y al pedirte la
explicación, te estaría juzgando, y eso todo es Ego. Si considerara el tiempo
como mi medida, estaría olvidando de la eternidad del ser. El tiempo es solo
una medida que ha inventado el hombre en la ignorancia de identificarse con el
cuerpo.
—Perdona
maestro —dijo
un discípulo causando risa en los demás—: No debemos perdonar siempre?
—Por
supuesto! —afirmó el maestro. Pero eso se hace interiormente, a uno mismo y
hacia los demás. Si quieres que todos te oigan pedir perdón, eso es Ego. Y el
que perdona públicamente, haciendo alarde, también es Ego. En las sagradas
escrituras, dijo Jesús: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”, pero
lo dijo como una oración, como una meditación.
«La
hoja no pide perdón a la tierra por caer, ni al árbol por el tiempo que tarda
en caer, o tampoco juzga al viento por haberla soplado prematuramente del árbol
o llevarla lejos de donde deseaba caer. La hoja no desea caer, ni quedarse eternamente
unida al árbol. Ella entiende que es solo parte de la belleza de algo más
grande y nada le inquieta.
«La
ola no pide perdón a la arena por romper cuando rompe, o la lluvia no dirá
nunca: Oh! No he llovido aquí ayer, porque el viento me llevó lejos. Ella
llovió en algún lugar, y no se inquieta por nada.
«El
sol no pide perdón a la tierra por llegar segundos tarde cada día, o la noche
no pide perdón por llegar más tarde, ya que el sol…
«La
naturaleza cumple con la cortesía hacia sí misma, como madre que es. Somos todo
naturaleza y el tiempo es solo una ilusión.
La ignorancia se viste, sutilmente, de muchas formas. Una de ellas es la cortesía,
o ser “políticamente correcto”. Es el Ego actuando, nada más. Cree ser necesario y él mismo acepta esa forma como sabiduría. Debemos ser corteses con uno mismo, comprendiendo la grandeza de lo que somos.
Que así sea! © jose luis iglesias ros
No hay comentarios:
Publicar un comentario