—Querido maestro —preguntó el discípulo—: por qué tenemos miedo a la muerte?
—Amado discípulo —contestó el maestro—: primero debemos entender a lo qué
llamas tú de muerte.
—La
muerte no es el fin de la vida? —indagó el discípulo.
—Bien
—intercedió el maestro—, si dices el fin de la vida, debes referirte a la forma
con la que identificas en esta vida —el
cuerpo.
—Si
yo te pido que te identifiques con un árbol, probablemente quieras hacerlo con
un Olivo y por qué? Por su longevidad, por la dureza de su madera, por la
utilidad de sus frutos, o cualquier otra característica que te guste.
«Y
cuando este árbol, a pesar de su longevidad, no pueda dar más frutos, qué
pasará?
—Supongo
que estará muerto —dijo el discípulo.
—Entonces,
para ti, la capacidad de producir frutos es lo que da significado a la vida de
este árbol, y si está muerto, ya no sirve para nada, es así? —preguntó
el maestro.
—Supongo,
querido maestro.
—Consideremos
que esté muerto, como lo dices tú: entonces lo cortamos —dijo
el maestro—, y usamos de su robusta madera
para calentar nuestro Ashram. Ha servido para algo, entonces puede que no
estuviera muerto, sino esperando alcanzar otra utilidad.
«Luego
de servir como fuente de calor, se descompone en cenizas y alcanza otra
utilidad —servir de abono a otras plantas, y
si lo ha hecho, no estaba muerto. Y esas cenizas se funden con la tierra y
alimentan a otros árboles…
«La
muerte, querido discípulo, no es el
término de algo, o el final de algo, sino el cambio de un estado, o una
transformación necesaria para alcanzar otras formas de servir.
«Si
estás identificado con la forma, el miedo surge porque pierdes la conexión con
esta forma, porque cambió su estado.
«Si
no te identificas con la forma, comprendes que el cambio de ese estado es simplemente
un paso evolutivo y el miedo, en este caso, no existe.
Recordad:
si tienes que identificarte con algo, que sea con lo que realmente eres: una
divinidad!
Puede que a muchos les gustaría vivir eternamente. Y en
efecto se puede, si al mismo tiempo, evolucionamos eternamente, lo que está en
nuestra capacidad interior -eso es vivir eternamente.
Que así sea! © jose luis iglesias ros
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