Dentro de todas las calificaciones que se ha dado al hombre,
una todavía persiste: el homo mechanicus.
El hombre siempre ha vivido bajo la sombra de una esclavitud, con la etiqueta
de una máquina. Una máquina a favor de la supervivencia, a favor de los
estándares de la misma sociedad que lo ha creado, manipulado y direccionado.
Esclavo o máquina no conocen la razón de su existencia: viven y trabajan para
otros y sufren el desgaste de su actividad.
Tienen programadas sus actividades con el objetivo de concluirlas eficazmente,
y en efecto, son muy hábiles y eficaces y una vez concluida una tarea, hay
muchas otras en cola.
Qué pasa con la alegría del momento?
Para las máquinas no existe, limitadas a ser perfectas y evolucionar en esa
perfección mecánica, viviendo y obrando a través de ideologías o de
moralidades.
El nuevo hombre está llamado a la responsabilidad, la suya propia y a la de los
demás y, como un canal, responsable por fluir la energía de la conciencia
universal, ocupando el lugar que le fue predestinado: el lugar de la
conciencia.
No existe una meta, sino un momento: Aquí.
No existe un espacio que incluya pasado ni futuro, sino el Ahora.
El despertar de la conciencia es el momento en que hay un cambio de responsabilidades, un cambio de valores y un cambio de percepciones: todo se funde en el amor.
Que así sea! © jose luis iglesias ros
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