Twentieth Century Fox Presenta:
La Partida.
En aquella madrugada lluviosa, un
joven despistado es abordado en la pequeña calle:
—Dame todo lo que llevas! —amenazó
el ladrón.
Inmediatamente
el joven empieza a sacar su cartera y reloj y, en un momento de despiste del
ladrón, se lo tira todo encima y procede a la carrera sin dirección.
El
ladrón duda, momentáneamente, si ir detrás de él o no, y cree que no merece la
pena, porque piensa ya tener todo lo que buscaba, agachándose y recogiendo todo
lo que el joven había tirado.
El joven sigue corriendo, pero no
percibe que está cruzando la calle en el mismo instante en que un coche va en
su dirección y lo que es inevitable: las ruedas no frenan lo suficiente para
evitar el golpe, y lo tira en contra de una cabina de teléfono.
Se baja del coche una chica asustada
y se acerca al joven, comprobando que ya no tiene constantes vitales. «Debo
hacer algo», piensa la chica mientras corre al coche a recoger algo —un desfibrilador.
Consigue reanimar al joven que
presenta varias contusiones, pero el riesgo de muerte ya no existe.
—Quien eres tú? —pregunta el joven cuando recobra un
poco de conciencia.
—Soy la persona responsable por
evitar tu partida. Cuando te recuperes estaré encantada de que hagas el curso
sobre el uso de desfibriladores que yo mismo imparto —ese es mi trabajo.
FIN
Uno va al
cine, compra las entradas y se sienta confortablemente a ver una pantalla en
blanco.
La pantalla
va adquiriendo forma en la medida que empieza la película, y tú la elegiste
porque era de tu agrado.
La ha
escrito un guionista, la dirige un director, y están los actores, los villanos,
las heroínas, los misteriosos, en fin, música que te hace bailar sin salir del
asiento, hay tristeza, alegría, de todo.
Estás tan
inmerso en la película que acabas identificándote con alguno de los actores, y
la vives intensamente.
Se termina
la película, se encienden las luces y qué es lo que ves? La pantalla en blanco.
La pantalla ha reído, ha llorado, pero ahora está como si nada —en blanco, como la paz y
seguramente tú todavía se está terminando de enjugar las lágrimas…
La pantalla
sabe que es una película; no se inquieta pues sabe que nada es verdadero, nada
es real y tampoco le importa si te has dormido o estás con atención —le es indiferente.
Seas, pero
no existas! Seas como la pantalla, no existas como los héroes o villanos. En la
pantalla solo interpretan un papel. En la vida también interpretas un papel como
persona—hombre, mujer, hijo, y seguro que mucho más cosas, pero uno no es eso,
no es un cuerpo, ni una mente, ni un pensamiento. La pantalla es la realidad, y
el pensamiento es la película.
La pantalla
no se deja tocar por la película, no se inquieta, pues ella mismo es la
realidad y la realidad no puede ser afectada por una ilusión.
Si crees en
los pensamientos, creerás en la película y seguirás un guión, pero si crees que
eres simplemente la pantalla, ruede la película que ruede, no te afectará y ahí
sí, estarás dentro de la realidad.
Que así
sea! © jose luis iglesias ros
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