Los animales poseen la habilidad de
buscar las mejores condiciones para la vida y el crecimiento. En las plantas no
se observa esta habilidad, sin embargo han evolucionado de distintas formas y
así propagar y aumentar su especie. De qué forma? A través de las semillas.
La meta de la semilla es llegar a la
localización adecuada y en el momento optimo para germinar. La naturaleza
entonces le dota con distintos mecanismos para ayudarla en ese proceso al irlas
adaptando a distintas condiciones que enfrentarán.
Cuando la semilla germina, origina
una nueva planta.
A veces no sabemos bien el por qué
estamos aquí porque somos como semillas flotando en el aire, y de repente nos
encontramos en un terreno que no conocemos, para un destino que tampoco nos
imaginamos. No tenemos más opción que, en vez de seguir flotando en el aire,
arraigarnos a la tierra con fe. Como semillas tenemos todas las herencias de
nuestros antepasados y las que uno mismo va a recibir del terreno arraigado.
Las palabras son semillas, los
pensamientos son semillas, por lo tanto, debemos cuidar las palabras y cuidar
los pensamientos, con amor.
Las palabras serán germinadas en el
terreno externo y éstas germinarán e serán esparcidas, a su vez, a otros
terrenos externos.
Los pensamientos, sin embargo, serán
germinados en el terreno interno, llegando hasta el más intimo de tu ser.
En ambos casos, somos los
responsables de la belleza o fealdad de aquello que esparcimos.
Dios nos crea y crea a todas las cosas.
A pesar de haber sido creados, seguimos en su seno y en sus más íntimos
pensamientos. Las palabras y pensamientos que creamos, llegarán a otros
igualmente, pero permanecerán en nuestro interior, así como permanecemos en el
interior de Dios.
Si el amor fue el creador, permanece
en nosotros. Usemos del amor en nuestras palabras y pensamientos y así él
permanecerá.
Que
así sea! © jose luis iglesias ros
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